3 meses GRATIS

MALVA: Tachuela 17...

Tachuela 17

Llegó un día al molino, a moler con el tractor y el remolque, de Fuentesecas el padre de Consolita, como había estrenado hacía ya dos meses, un flamante Seat 124 D amarillo, Toño hijo, o sea Funcor, le pregunto por su nuevo coche.
- ¿Qué tal va el 124?
- Bien, va muy bien.
- ¿Ya le tendrás muchos kilómetros?
- Pues si, ya le tengo muchos, pues mira 166, bueno está a punto de caer el 167.

Otra de molino.

Teodoro el coco, hombre muy ilustrado, en su tiempo, quedo soltero, y nos contó, precisamente en el molino, que tuvo una novia en Fuentes, y un día se dispuso a ir a casa de su futuro suegro a pedir la mano de su hija. Habían ya cenado, y todos sentados a la mesa camilla, iba pasando el tiempo, y Teodoro no se explicaba, se hacía tarde, y no salía de una patada. El padre de la muchacha viendo lo tarde que era, mando a su mujer y a su hija a la cama, y nada, todo del mismo lado, Teodoro no movía ficha, así que el dueño de la casa, viendo no sacar nada en limpio, le dice a Teodoro:
- Aquí, él último que se va a la cama soy yo, y ya me estoy desatando las botas.
Al preguntarle, por que no se había decidido, nos contesto.
- Yo estaba esperando a ver lo que daba de sí.

Como la molienda se cobraba por el número de sacos, que llevabas a moler y no por el peso, la gente escogía los sacos más grandes para ir a moler (sacos de mineral de 100 Kg.), una vez molido, la paniza se echaba en otros sacos más pequeños y manejables (de 50 a 80 Kg.), siempre los mismos, pues quedaban de polvo hechos un cristo, y no se podían utilizar para otra cosa.
Empezando por mi padre, todo el mundo llenaba los sacos de cebada a rebosar, para moler más cantidad por el mismo precio. Pero los de Manuel “la Mamela”, iban, que si les dabas un susto, reventaban, apretados y atados haciendo una flor más pequeña que una margarita.

DESDE ESTE LADO

Parece que ha dejado de llover, y de forma inexplicable, se encuentra casi todo el pueblo en la plazuela, y no se ha oído ningún pregón, la mujer desconocida aunque desprendida del sobre, no se ha ido, alguna hermana tendrá que le pescude el petate al chiguito. El forastero del tabardo del coche línea que buscaba la casa de los balcones recuperado de la digestión se une al gentío. Por el camino Monzón, aparece un chaval con sariana azul en bicicleta, que pregunta por una casa de ladrillos, al lado de un puente donde reza algo de una Virgen de Toro, que raro es andaluz, y a la gente del lugar le hace gracia su forma de hablar. Se está haciendo de noche, ya ha venido la luz. Que casualidad a la postre la casa por la que pregunta el andaluz de sariana azul está justamente donde se ha reunido el pueblo, del puente preguntado el martillo ya dio cuenta en su día (en lo que llamamos la plazuela, donde estaba el baile, cerca del bar La Pacheca, había un puente peatonal, que la cruzaba diagonalmente, las calles no eran de cemento, sí no de tierra, el arroyo no estaba encauzado, cuando llovía corría el agua por la superficie de las calles, dicho puente dio mucho servicio al pueblo, en especial los domingos y fiestas para ir al baile, o de chateo entre los tres bares que teníamos).

Bueno mirar lo que os digo, dijo una parroquiana, llevamos todo el día bobiando........