Un día Joaquín estaba jugando a “Tres marinos en la mar”, por la plaza. Cuando se quiso esconder en la cochera de Pablito, se encontró con que el rincón estaba ocupado por José María, el Cabezorra.
-Ya te estás quitando de ahí, que ese sitio es mío. Le dijo Joaquín.
Como José María no quiso quitarse, lo único que ganó fueron un tantarantanes y marchar llorando p’a casa. Eloisa hizo llegar sus quejas a Don Carlos que, nada más empezar la siguiente clase, lo primero que hizo fue llamar a la tarima a Joaquín.
- ¿Qué habré hecho yo ahora?, iba pensando Joaquín. Pues hoy no va a poder conmigo, a ver quién resiste más.
-A ver, Joaquín, ¿le has pegado a José María?.
-Sí.
¡Plis, plas!. Un par de sopapos.
- ¿Y porqué le pegaste?
-Porque me dio la gana.
¡Zas, zas!. Esta vez fueron dos sosnavirones.
-Que no se pega, hombre. ¿Lo vas a volver a hacer?
-Sí.
¡Pamba, pamba!. Otros dos castañazos.
-Pero, ¡cómo qué le vas a volver a pegar!
- ¡En cuánto salga de aquí!
... lo tuvo que dejar por imposible.
-Ya te estás quitando de ahí, que ese sitio es mío. Le dijo Joaquín.
Como José María no quiso quitarse, lo único que ganó fueron un tantarantanes y marchar llorando p’a casa. Eloisa hizo llegar sus quejas a Don Carlos que, nada más empezar la siguiente clase, lo primero que hizo fue llamar a la tarima a Joaquín.
- ¿Qué habré hecho yo ahora?, iba pensando Joaquín. Pues hoy no va a poder conmigo, a ver quién resiste más.
-A ver, Joaquín, ¿le has pegado a José María?.
-Sí.
¡Plis, plas!. Un par de sopapos.
- ¿Y porqué le pegaste?
-Porque me dio la gana.
¡Zas, zas!. Esta vez fueron dos sosnavirones.
-Que no se pega, hombre. ¿Lo vas a volver a hacer?
-Sí.
¡Pamba, pamba!. Otros dos castañazos.
-Pero, ¡cómo qué le vas a volver a pegar!
- ¡En cuánto salga de aquí!
... lo tuvo que dejar por imposible.
-Porque me dio la gana.
-
-Sí.
-
- ¡En cuánto salga de aquí!
Lo que me he podido reir otra vez.
-
-Sí.
-
- ¡En cuánto salga de aquí!
Lo que me he podido reir otra vez.