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MALVA: Crónicas de una letra minúscula....

Crónicas de una letra minúscula.

46. Un canto para salir de la rodera

No tiene nombre o al menos yo no he sabido encontrarlo, ni ponérselo.
Es solo una vivencia, una sensación, pero que sensación, te recarga las pilas, te regenera, e incluso me atrevería a decir que te rejuvenece el cuerpo. No sé si el cuerpo, pero estoy seguro que sí, la mente. Te entran unas ganas nuevas de hacer, de empezar, de crear, de luchar, de sentir, en fin de vivir.
Para mí es esa lotería, lotería que pasa muchas veces en la vida, pero por muchas veces que pase, siempre son pocas veces y podía pasar más.
Te puede llegar de muchas formas y maneras, oyendo a una persona, por ejemplo, recuerdo hace muchos años, oyendo hablar al escritor José Luis Sanpedro, autor de La Sonrisa Etrusca entre otros, libro que por cierto recomiendo al que no lo haya leído. Hablaba de la vida, de lo prioritario, del día a día, de los amigos, de los cafés, hablaba de una forma lúcida, coherente, un detalle, se subió la manga de la chaqueta, y con sus setenta y tantos años que tendría de aquella, enseñó su reloj de pulsera con orgullo, dijo que era el reloj, que le regalaron en su primera comunión y único que había tenido.
- Si funciona y me da la hora, para qué necesito otro.
Decía José Luis Sanpedro. Oyéndolo hablar te transmitía paz y plenitud, lo hacía con una bondad activa e infatigable.
Te puede tocar esa lotería viendo una película, pero pocas veces. Sobre todo, cuando más té toca es leyendo, cuando lees algo realmente bueno. Que pena de juventud, lo poco que lee, aunque yo de pequeño tampoco leía nada.
Me estoy refiriendo a ese regusto que té queda, a la satisfacción, a la esencia de romper perjuicios, que por desgracia es una de las lacras que más abunda en esta sociedad, como decía Albert Einstein: “Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio”. Me estoy refiriendo a sentirte libre, a sentir la libertad, la tuya y la de los demás, sin imponer nada a nadie, romper moldes, romper las ataduras, vivir y sobre todo dejar vivir.
Los políticos por desgracia de todo esto saben muy poco, no por falta de capacidad, o inteligencia, sí no por su imperiosa, intrínseca y egoísta necesidad de amarrarse al puesto, al poder y en definitiva al dinero. Por no decir de ellos, por que no se podrá decir de todos, aquello que decía Quevedo:
- Que meten el DOS de Bastos y sacan el AS de Oros (se refería al robo callejero, sacarte el oro a uno del bolsillo con dos dedos).
Naces en una familia, ya te encauzan en un barrio, un credo, una religión, un pueblo, un que dirán, una raza, un colegio, una bandera, una región, un país, más tarde quizás un partido, incluso unos colores, un equipo de fútbol.
Desde hace mucho tiempo admiro y envidio a las personas libres de perjuicios, a las personas que les importa un bledo la vida de los demás (en el buen sentido), a las personas que viven y dejan vivir, a las personas que supieron salir o simplemente que salieron de la rodera.

Canto:
“Hay pena penita pena, pena de mi corazón (como decía la canción), hay madre que algunos no lo entienden, hay madre que algunos no se enteran y caminan de por vida, sin salir de la rodera”.

Y mucha SALUD.