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La concha de Santiago, o también venera, es sin lugar a dudas uno de los principales símbolos o distintivos que identifican a un peregrino, junto con el zurrón o morral, el bordón o el bastón, el sombrero de ala ancha, la capa con esclavina y la calabaza para almacenar agua o vino, como nuestro célebre Zapatones ilustra.
La concha del Peregrino, incluida recientemente por Benedicto XVI en el nuevo escudo papal, es también uno de los símbolos más destacados del Camino de Santiago, ya que era la prueba que demostraba que se había realizado la peregrinación a Compostela. Aunque el mito extendido de que los peregrinos se acercaban a las playas a recoger las conchas para regresar después a sus países con la demostración de haber realizado esta peregrinación es falso, por cuanto la venta de estos objetos fue fruto de un ascendiente negocio en la ciudad de Santiago, en la puerta de Azabachería, en dónde se podían encontrar en plomo, hueso, marfil y metales preciosos.
La concha de Santiago, o también venera, es sin lugar a dudas uno de los principales símbolos o distintivos que identifican a un peregrino, junto con el zurrón o morral, el bordón o el bastón, el sombrero de ala ancha, la capa con esclavina y la calabaza para almacenar agua o vino, como nuestro célebre Zapatones ilustra.
La concha del Peregrino, incluida recientemente por Benedicto XVI en el nuevo escudo papal, es también uno de los símbolos más destacados del Camino de Santiago, ya que era la prueba que demostraba que se había realizado la peregrinación a Compostela. Aunque el mito extendido de que los peregrinos se acercaban a las playas a recoger las conchas para regresar después a sus países con la demostración de haber realizado esta peregrinación es falso, por cuanto la venta de estos objetos fue fruto de un ascendiente negocio en la ciudad de Santiago, en la puerta de Azabachería, en dónde se podían encontrar en plomo, hueso, marfil y metales preciosos.