Compramos energía a futuro

MALVA: Pues llegaría como pa pregonar ¡Vicenta Santos! en...

Como veo que muchos de vosotros disfrutareis de vacaciones en los próximos días, sino lo estais ya, os contaré una historia relacionada con este tema.
Mi suegro, Leandro, en su juventud se dedicaba al transporte de mercancias y viajeros.
El parroco de esta localidad tenía una hermana que vivía en Astorga y tenía por costumbre pasar los veranos con su hermano en Sanabria. Pero había un inconveniente, y no pequeño, pues la susodicha señora se ponía a morir cada vez que viajaba en cualquier tipo de transporte. Vamos, que se mareaba de malas maneras vomitando cada triqui traque.
Mi suegro que limpio era un rato, para que no le pusiese el coche perdido, la invito a viajar en la baca. ¿Como?
Pues muy sencillo, extendía un colchón en lo alto del vehículo y a continuación se tumbaba la señora encima. Ponian otro colchón a modo de edredón para taparla y con los pulpos de la época la ataban lo suficiente para no perderla por el camino, ya que las carreteras dejaban mucho que desear.
Con esto no evitaban que se mareara, pero si que no vomitara, ya que cuando llegaban a la puerta del sacerdote, debajo de un castaño la mar de frondoso, volvian a extender el colchón que la tapaba y en este se volvía a tumbar durante una media hora dandole aire con un abanico hasta que recobraba su presencia de ánimo.
Esto ocurría en el mes de junio, pero a finales de septiembre, cuando se volvía para Astorga, se repetía la operación.
Pero llegó el tiempo en que mi suegro dejó el negocio de los viajes y como ningún otro taxista estaba dispuesto a montar aquel numerito, optaron por utilizar el coche de linea. Pero este no paraba a la puerta del parroco, sino que paraba en la plaza, a la que acudían todos los mozalvetes a ver y mofarse con el espectáculo.

Pues llegaría como pa pregonar ¡Vicenta Santos! en mitad de la plaza.