Con las tejas hechas pisparillos, el tejado de la casa que cruzamos se iba como un cesto, así que, el aguacero que cayó al día siguiente, empapó el yeso de las paredes que acababan de lucir unos albañiles de Pozoantiguo. El peritaje que hicieron los albañiles, en una hoja de libreta de alambre, figurará, Dios mediante, en los manuales de derecho que habrán de estudiar las futuras generaciones: “Por aver dejau el tejau machacau, dos ombres, multa de …. pts.” si mal no recuerdo. No faltó tampoco la contribución de algunas tejas que tuvimos que arrimar mientras la misa del primer domingo siguiente a la noche de autos.