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MALVA: Dicho y hecho. Nos llegamos al armario donde nos esperaban...

Dicho y hecho. Nos llegamos al armario donde nos esperaban las latas de conservas, que estaban bien empaquetadas, dentro de una caja grande, del tamaño justo para llevarla al cuadril. La llevaba mi cómplice, debajo del brazo, haciendo el camino inverso al que nos llevó dentro de la casa cuando, en mitad del tejado, escuchamos:
- ¡Chacho, fulanito, saca la escopeta que nos están robando!.
Mi socio, al oír las voces, no se atrevió a bajar por el poste de la esquina, por el que habíamos subido y se tuvo que tirar por una tapia a la que yo me pensaría mucho subir, hasta con escaleras. A pesar de su considerable peso, salió increíblemente ileso, aunque, más asombroso todavía fue que, de la caja de conservas, no se deshizo ni el atadero. Yo me amoné en el cerral y esperé a que se calmaran las voces y la gente se volviera a la cama. Luego bajé por otro poste que había tres o cuatro casas más allá y fui en busca del resto de la banda de asaltantes.