_Recuerdo una vez viniendo de coger garbanzos, por la calle Zamora, a la altura de la casa del cura. Íbamos arriba del remolque, encima de los garbanzos recogidos, toda la primada, tiradazos, cansuticos. En esto que pasó la señora Obdulia, y mi tío Quico, desde abajo, no tuvo más chinches que remedar un rebuzno. No se puso mala la mujer. A lo que mi tío empezó a rezungar contra nosotros: ¡Callaros sinvergüenzas! ¡Que barbaridad, con estos muchachos no se puede!