Se hacía querer por Ángel el Majo, al que mandaba todos los días a casa del señor Estanislao, vecino del maestro, a buscar el ABC del día anterior. Por cierto, todavía recuerdo a Tinín el Zalorpas, que acudía todos los días a las siete de la tarde, como un clavo, a esperar al coche de línea que traía el correo. Después acompañaba a mi padre a casa y, hasta que no acababa de revisar y colocar todas las cartas que tenía que repartir, no se iba de vuelta a casa con el ABC y el resto de correspondencia que hubiera llegado para los de su casa. Resalto este hecho, además de por la perseverancia de Tinín, por la frescura de las noticias del periódico, que llegaba al pueblo, repito, a las siete de la tarde, cuando en los quioscos, llevaría desde las siete de la mañana. A pesar de haber transcurrido casi 48 horas desde la impresión del periódico, a Don Carlos, le seguían interesando las noticias que vinieran en él. A Ángel, tampoco le sentaba muy mal el olor a pasado que pudieran tener las noticias de la sección deportiva, porque se la tragaba enterita, antes de volver a la escuela.