Tras los primeros requiebros cariñosos, Pon cayó en la cuenta de lo difícil que le resultaría ser correspondido y además, escucharlo, porque era más grande el ruido que había en el bar que la fuerza con que ambos podían expresar el cariño que se tenían. Así que, agarrado al teléfono, con gesto resignado por el convencimiento de no ser atendida su súplica, pidió:
- ¡Por favor, un momento!
Inmediatamente, la incauta de la camarera, que estaba justo detrás de mí, repasando la vitrina con la bayeta, no pudo por menos que soltar:
- ¡Si, hooombre!.
MORALEJA:
La razón se nubla ante el prodigio del amor.
--- o0o ---
- ¡Por favor, un momento!
Inmediatamente, la incauta de la camarera, que estaba justo detrás de mí, repasando la vitrina con la bayeta, no pudo por menos que soltar:
- ¡Si, hooombre!.
MORALEJA:
La razón se nubla ante el prodigio del amor.
--- o0o ---
O dicho de otro modo más a lo pueblerino: tira más un pelo de coño que una maroma de barco.
... y más en un pueblo de secano como el nuestro.
Habrá que buscar una maroma que se usara en Malva para algo propio, a falta de barcos, para poderlo decir con propiedad. En mi casa se usaban unas maromas cojo... para colgar la romana.
Para pesar las sacas de lana, o el marrano una vez matao.