CRÓNICAS DE UN PUEBLO
Un Jueves Santo, en Zamora, creo recordar que en un bar cerca del Alfres, el de los morunos, estábamos cinco o seis de los matrimonios habituales del pueblo, tomando los vinos correspondientes a una tarde como esa. Me refiero, según conocéis todos menos Iam, Felipe y quizá Quita, (quedáis invitados a disfrutarlos con nosotros), a esos vinos que tomamos entre montones de gente, en los bares llenos de cofrades con cruces y todo, sin prisa porque no te pueden atender antes, con un barullo tremendo por donde quiera que vayas.
Un Jueves Santo, en Zamora, creo recordar que en un bar cerca del Alfres, el de los morunos, estábamos cinco o seis de los matrimonios habituales del pueblo, tomando los vinos correspondientes a una tarde como esa. Me refiero, según conocéis todos menos Iam, Felipe y quizá Quita, (quedáis invitados a disfrutarlos con nosotros), a esos vinos que tomamos entre montones de gente, en los bares llenos de cofrades con cruces y todo, sin prisa porque no te pueden atender antes, con un barullo tremendo por donde quiera que vayas.