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MALVA: Crónicas de una letra minúscula....

Crónicas de una letra minúscula.


Una de miedo.

A pesar de haberlo contado varias veces, cada vez que lo recuerdo o lo cuento, se me siguen poniendo los pelos de punta y la carne de gallina.
Era una noche de invierno, de esas frías, heladas, y más obscuras que la boca un lobo, una noche de diario, de algún día laboral de “entresemana”, Estabamos los cuatro en casa, Tania era pequeña, y aún no acostumbraba a salir por las noches los fines de semana, Víctor, ya era “mayorico” con edad para salir por las noches, pero como no era fin de semana, ni fiesta, ni nada parecido, habíamos cenado como un día cualquiera, y como al día siguiente era día de escuela, a la hora de ir a la cama nos habíamos acostado, todos sin más.
A eso de las tres o tres y media de la madrugada, llaman al timbre de la puerta, vamos que si no estabamos con el primer sueño, estaríamos con el segundo, a mí me pilló en ultratumba, en el séptimo, dormido como un tronco, me costó reconocer el primer timbrazo, no sabía si lo había soñado, pero tampoco me dio tiempo a discutirlo conmigo mismo, sonó un segundo timbrazo, me remuevo un poco entre las sabanas y me pregunta Yñaky:
- ¿Qué pasa?
Le digo. –Creo que están llamando a la puerta-
- ¿A estas horas, quién será?
Me levanto despacio, sin dar ninguna luz, procurando no hacer ruido, ni para los de dentro, ni para los de fuera. Con esa sensación de que no te oigan tus pasos, para que si no te interesa abrir, no hacerlo (creo que eso lo habremos hecho todos en esta vida). Me acerco a la puerta, y al mirar por la mirilla, cual será mi sorpresa, quién sea, no ha dado la luz de la escalera y no se ve, ni se oye nada.
¡Leches cualquiera abre!
Estaba detrás de la puerta a la escucha un poquito a ver que pasaba, no entendía nada.
Vuelve a sonar el timbre, miro por la mirilla y lo mismo oscuridad sepulcral.
Un mosqueo me estaba entrando y miedo a la vez.
En esto que aparece Iñaky por el pasillo, pidiendo con un gesto de la cara explicaciones de lo que pasaba. Yo le hago otro poniendo el dedo índice delante de los labios, para que no hablara. Me acerco a ella para decirle muy bajo. –No hay nadie, y no se ve nada y siguen llamando-
En ese momento se oye una voz grave y en off.
- Abrirme la puerta.
No le reconocimos la voz, en un primer momento.
- ¿Quién eres? Le pregunto.
- Que soy Víctor abrirme la puerta.
Abro la puerta y allí estaba Víctor, nos dijo que de repente se despertó y estaba allí en pijama, tumbado en las escaleras, vamos que no sabía lo que le había pasado, no se había enterado de nada. Y no había querido dar la luz de la escalera por los vecinos, dijo.
Se había levantado sonámbulo.

Fin de la historia.

Al hilo de esto, quiero mencionar una leyenda que nos comentaban de pequeños. Nos decían que cuando uno hablaba dormido, o sea que estaba sonámbulo, si le cogías el dedo meñique y se lo frotabas suavemente con tus dedos, si le hacías preguntas al susodicho, éste te contestaba con verdades.
Una especie de la maquina de la verdad.