Pues bien, como decía íbamos en Guarrate, con todos los oficios hechos, en dirección al coche de Pon, cuando vemos que un individuo está meando encima del capó. Indignados por el hecho, avivamos el paso hacia el prójimo y cuando llegamos detrás de él, tomó la iniciativa Alfredo, que remangándose, le dio dos toquecitos en la espalda y le dijo a la cara, muy seriamente:
-“Oye tú, termina pero... no lo vuelvas a hacer.”
Se le cortó la meada, pero de la risa que nos dio a todos.
-“Oye tú, termina pero... no lo vuelvas a hacer.”
Se le cortó la meada, pero de la risa que nos dio a todos.