Crónicas de una letra minúscula.
De cómo se harto un novio de ver mosaico.
En Malva por aquella época los suelos de las casas eran de baldosas rojizas, de barro cocido, y los que no, eran de barro, éste se hacía cribando tierra con una ceranda de grano fino, mezclado con paja también fina, “la pusía”, y agua. En algunas entradas había pisos de canto rodado, pequeño y pegado con barro. A las baldosas se les hacía un mantenimiento de año en año, con un tinte rojo, que te ponía las manos perdidas del mismo color. A los pisos de tierra con la pusía se les regaba, con una regadera haciendo unos ochos decorativos, que llamaban la atención.
No había llegado el mosaico, pero sí, los noviazgos.
Se dio el caso, que otra vez un pariente, tenía una novia, se llamaba Jacoba.
La madre de Jacoba, tenía la costumbre, de cerrar por la noche todas las habitaciones despensa incluida con llave, yo no sé si esa costumbre estaba muy extendida. Pero lo que sé, es que en muchas casas, todas las puertas interiores tenían cerraduras, en la mía todavía las tienen, lo que no sé es donde andarán las llaves.
Un día la madre de Jacoba, decidió arreglar una de las habitaciones, y al enterarse de la aparición del mosaico, no sé lo penso, y mandó poner el mosaico, el primero que se puso en el pueblo.
No sabemos si Jacoba, toda contenta, un día le dijo a su novio, que le quería enseñar el mosaico, o fue este él que le pidió a Jacoba que se lo enseñara. Creyendo que su madre no estaba, aprovecho para enseñárselo, estando en plena faena de enseñado, apareció su madre por la casa, al oír que se acercaba a la habitación del mosaico, Jacoba pidió a su novio que se escondiera, éste se metió debajo de una cama, y la madre no lo vio.
Era ya tarde y obscurecía el día, como esa habitación no era de uso cotidiano, la madre de Jacoba, cerro con llave, no quedando vacía. Para que no se descubriera el pastel, Jacoba no dijo nada a su madre, y está no volvió a abrir la puerta hasta el nuevo día.
No sabemos nada más de esta historia, pero el novio manifestó, que de ver mosaico, harto quedó.
Salud
De cómo se harto un novio de ver mosaico.
En Malva por aquella época los suelos de las casas eran de baldosas rojizas, de barro cocido, y los que no, eran de barro, éste se hacía cribando tierra con una ceranda de grano fino, mezclado con paja también fina, “la pusía”, y agua. En algunas entradas había pisos de canto rodado, pequeño y pegado con barro. A las baldosas se les hacía un mantenimiento de año en año, con un tinte rojo, que te ponía las manos perdidas del mismo color. A los pisos de tierra con la pusía se les regaba, con una regadera haciendo unos ochos decorativos, que llamaban la atención.
No había llegado el mosaico, pero sí, los noviazgos.
Se dio el caso, que otra vez un pariente, tenía una novia, se llamaba Jacoba.
La madre de Jacoba, tenía la costumbre, de cerrar por la noche todas las habitaciones despensa incluida con llave, yo no sé si esa costumbre estaba muy extendida. Pero lo que sé, es que en muchas casas, todas las puertas interiores tenían cerraduras, en la mía todavía las tienen, lo que no sé es donde andarán las llaves.
Un día la madre de Jacoba, decidió arreglar una de las habitaciones, y al enterarse de la aparición del mosaico, no sé lo penso, y mandó poner el mosaico, el primero que se puso en el pueblo.
No sabemos si Jacoba, toda contenta, un día le dijo a su novio, que le quería enseñar el mosaico, o fue este él que le pidió a Jacoba que se lo enseñara. Creyendo que su madre no estaba, aprovecho para enseñárselo, estando en plena faena de enseñado, apareció su madre por la casa, al oír que se acercaba a la habitación del mosaico, Jacoba pidió a su novio que se escondiera, éste se metió debajo de una cama, y la madre no lo vio.
Era ya tarde y obscurecía el día, como esa habitación no era de uso cotidiano, la madre de Jacoba, cerro con llave, no quedando vacía. Para que no se descubriera el pastel, Jacoba no dijo nada a su madre, y está no volvió a abrir la puerta hasta el nuevo día.
No sabemos nada más de esta historia, pero el novio manifestó, que de ver mosaico, harto quedó.
Salud