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MALVA: Crónicas de una letra minúscula....

Crónicas de una letra minúscula.


La cría de pájaros.

De pequeños, una de las cosas que más nos gustaba era criar pájaros, así lo llamábamos nosotros.
Nos daba igual un pardal, que un águila real.
Que ilusión nos hacía, por lo menos a mí, cuando venía mi padre de las tierras, de las tareas del campo por la noche. Iba corriendo a abrirle las cocheras, esperando que me dijera que mirara en el cajón de la herramienta del tractor. Allí es donde guardaba alguna pieza si la fortuna para mí, había sonreído.
A veces era un liebrato, un pollo de codorniz, de perdiz, una alondra, hasta podía ser una paloma torcaz.
Ya, un poco más mayores, nos buscábamos la vida nosotros mismos, buscando nidos. Que importancia nos dábamos, cuando en la plaza decíamos. –Yo sé un nido de....., de lo que fuera.
Los pardales no nos duraban nada, un día o dos como mucho, se morían enseguida.
Los pegos, si que eran duros, comían de todo y cagaban más que comían, cuantas veces fuimos a Santa Justa, a por ellos, hacían los nidos en el mismo centro de las zarzas, con pajas y barro, cuando tenían huevos, a esperar, y cuando ya tenían pájaros y más que plumón para casa. Comían de todo, sobras del cocido, paniza de los marranos, verduras frutas, lo que le echaras, el crecimiento era rápido. Cuando se hacía grande, o le cortabas el vuelo o se te escapaba. Hay quién decía que se les podía enseñar alguna palabra como a los loros, yo no lo conseguí nunca.
A los pollos de codorniz los podías criar con los pollos de gallina, si tenías.
Las perdices altaneras en las jaulas, les dábamos grano, trigo básicamente, de mayores cantaban, y tenían la manía de correr hacia atrás, y hacia adelante en la jaula, dándose un golpe, que aveces hasta se hacían sangre, en la parte trasera de la cabeza, en la nuca. Algunas carreras echamos detrás de ellas en las entresiestas de verano, “palla” para la alameda. Cuando no las conseguíamos coger, que era lo más habitual, decíamos, esa ya marchó a criar.
Solo llamábamos pollos a las crías de perdiz y de codorniz, como a los de las gallinas, y se debe a que una vez que salen del cascaron del huevo lo hacen, con el cuerpo cubierto de plumas y corriendo como demonios, no como el resto de los pajaricos, que permanecen largo tiempo en el nido, siendo alimentados hasta que completan el plumaje y pueden volar.
Con los vencejos, vi varias veces a Jaime, en la torre de la iglesia, en el intento, tiraba trozos de papel cuadrados de unos ocho centímetros aproximadamente, con agujero en el centro, pero no vi que cazara ninguno.
El animal que por excelencia todos pretendíamos criar era el gavilucho, y no era fácil, prácticamente carnívoro, pero el día que no había, hasta tocino pedía. Salíamos a cazar pájaros, pardales, tordos, no muchos, y sobre todo saltones, que era lo más socorrido, por lo fácil de pillar, en el regato que subía por la trasera de Creste, hasta la carretera de Villalube, que ya no existe, había muchos. También los poníamos en las pajareras, para los pardales, los de alas azules eran extraordinarios. Cuando manipulábamos los saltones, echaban un liquido marrón asqueroso, que se te ponían las manos perdidas.
Al gavilucho, le hacíamos una caseta con paredes de trozos de teja y barro en el corral, con su buena puerta y un ventanuco, para evitar que lo ramplara un gato. El tejado inclinado lo preparábamos con palos y barro encima. Duraba más la caseta que el gavilucho.
El gavilucho, de la familia de las rapaces, es un ave de presa y tiene el pico fuerte y curvado, en forma de gancho muy afilado. Me acuerdo de uno de los gaviluchos criados, el más famoso de todos, se llamaba “lobito”, lo crió Paco el hermano de Heli, le había cortado un poco la punta del pico, y lo dejaba libre, revoloteaba por su casa y por los alrededores de la Iglesia de san Miguel. Cuando tenía hambre volvía con su dueño. Posándose en su hombro.
Es posible que estas costumbres hoy día no estén muy bien vistas. Bueno muy bien vistas no, hoy día, podrías hasta ir a la cárcel, si te pillan en algún renuncio de estos. Pero en aquellos tiempos era de lo más normal del mundo, no teníamos chinos, ni fijos ni portátiles, ni Mp3`s, ni Ipones, ni Dvd´s, ni Tdt´s, ni móviles, ni compactos, ni videos, ni consolas, apenas la escopeta de perdigón, algún transistor que otro y sin dinero para pilas. Vamos que como diría el otro, no había “pa aceite”.

Salud