Porque sabemos de su escaso gusto musical, que si no juraría que iba silbando y todo. Era tanto el gusto que le estaba dando, que cuando se quiso dar cuenta, se vio en mitad del patio de armas, pisando la alfombra roja que lo cruzaba, entre un montón de soldados dando zapatazos al suelo y unas cuantas familias que habían acudido al ensayo. Cuando fue consciente de aquella “atravesura”, decidió que pa qué darse la vuelta, mejor terminar de dar el pase y ya se verá lo que resulta, ante la atónita mirada del Teniente Coronel desde la ventana de su despacho.