Pero, a esas horas, ni el amor puede con al hambre, así que nos encaminamos, contra la voluntad de Esteban, que todavía trataba de que no se acostaran (solas), hacia la cocina a ver qué había en el frigorífico.
¡Lo justo, un plato de pollo que había sobrao de mediodía!. Nos sentamos con él encima de la mesa y entre otras tajadas apareció un muslo con una pinta extraordinaria. Miguel le echó mano y, del primer muerdo, marchó medio muslo a tomar por culo.
Por los pasillos y por las habitaciones andaban Esteban y las extranjeras, unas tratando de acostarse y Esteban de que nos esperarán despiertas.
¡Lo justo, un plato de pollo que había sobrao de mediodía!. Nos sentamos con él encima de la mesa y entre otras tajadas apareció un muslo con una pinta extraordinaria. Miguel le echó mano y, del primer muerdo, marchó medio muslo a tomar por culo.
Por los pasillos y por las habitaciones andaban Esteban y las extranjeras, unas tratando de acostarse y Esteban de que nos esperarán despiertas.