El caso es que, hace ya muchos años, se construyó, con ayuda de amigos como Pruden (q. e. p. d.), Ramiro y Daniel (hace mucho que no sé de él) una casa, en una parcela de Villamayor, a la que vino a bautizar “Garigolo”. La iban haciendo los ratos libres, a base de merendolas y filas de ladrillos. Un día ponían una fila, otro día, dos; un día dejaban lista una aldaba, otro, una falleba, y así iban poco a poco, ganando cada vez más sombra.