Desde el otro lado de la plaza, cerca del toril, gritaba su padre, Eugenio el Chocolatero q. e. p. d.:
-“ ¡Hala con él! ¡leña con él!”, hasta que, se conoce que se fijó un poco mejor y reconociendo a Miguel encima de los cuernos del animal, exclamó haciendo ademán de salir al quite:
-“ ¡Coño, pero si es el mío!”.
-“ ¡Hala con él! ¡leña con él!”, hasta que, se conoce que se fijó un poco mejor y reconociendo a Miguel encima de los cuernos del animal, exclamó haciendo ademán de salir al quite:
-“ ¡Coño, pero si es el mío!”.