Compramos energía a futuro

MALVA: No sé si, estando en horario infantil, estaría permitido...

No sé si, estando en horario infantil, estaría permitido contar algunas anécdotas, pero habiendo leído ya la de los “percebes hueros”, seguramente se pueda añadir alguna como la que estoy recordando ahora, sobre todo porque se produjo con la suficiente nocturnidad como para que pierda cualquier efecto repugnante.
Estoy seguro de haberla contado ya, pero, por si fuera merecedora de incluirse en el anecdotario, la repito otra vez y en paz, que el caso es escribir lo que sea y, si hace gracia, reírse un rato o pasar a otra página más divertida.
En la peña Los Zachos tenemos la sana costumbre de que, al terminar de cenar, a PON y a mí nos entren los más saludables apretones que puedan provocar las ricas viandas que acabamos de engullir. Así que, mientras el resto de peñistas se sirven sus cafés y sus copitas, nosotros nos ausentamos unos momentos con el fin de hacer sitio, él para el sol y sombra y la faria, y yo para el cubata de rigor.
En el momento que PON mete debajo del brazo el rollo de papel de cocina, siempre hay algún curioso que pregunta:
-“ ¿Ande vas, PON?”
-“Al notario” dice PON, como sería de esperar por la cantidad de papeleo que lleva.
De camino a la nocturnidad de algún palomar, tan apartado que no nos haga falta correr el pestillo, nos empieza a acompañar la música de las tripas, de manera que, lo que parecía ser un placentero paseo, se va convirtiendo en una urgencia, con sirena y todo, por mor de los consabidos retortijones.
No queda más remedio que ir echando mano a la hebilla del cinturón, como Clint Eastwood a su revólver. Van empezando los tiros y el olor a pólvora y, como no tenemos caballo al que espolear, avivamos el paso, no sea que cuando lleguemos, hayan pasado a mayores los fuegos artificiales.
Nada más coger la postura, en cuclillas y a media altura para evitar picarnos con las pajas, mientras PON esperaba los forceps para ayudar en su parto, la criatura que yo estaba alumbrando, salió con la prisa que venían anunciando los retortijones del camino y con tal estruendo y profusión aspersora que PON no pudo por menos de exclamar:
-“ ¡Hostia, hoy le has metido el turmix!”