Todo es muy caro. El autobús, o el tranvía, que es una maravilla, cuesta 2 euros y medio, pero funciona sin un segundo de retraso. Un capuchino 3 euros, eso sí estaba muy bueno, porque si encima está malo, se lo toma el tío. Todo el mundo va en bici, niños, jóvenes, mayores, incluso ancianos, y por supuesto hay carril bici por todos lados.