Excmo. Sr. D. Mariano Rajoy Brey
Con el debido respeto y animado por la confianza que me dan mis continuas pasadas por su tierra de origen me dirijo a S. E., en primer lugar para fardar un poco con estos de mi pueblo que se han quedado en un miserable (nunca mejor dicho) ministro y segundo para hacerle partícipe de un problema que me tiene con más nervios que un filete de tercera.
Supongo a S. E. informado de que tanto a mí persona como a otras muchas como yo se nos han puesto los caminos jodidos tanto si queremos ir por Entrala como por el El Perdigón y el motivo no es otro que lo que unos nos quitan, los otros no nos lo devuelven y veniversa. Tanto los unos como los otros han encontrado dónde zurrar la badana y no hay forma de quitarles el ergo. Los unos basándose en que fueron los otros y los otros alegando que “yo no he sido, yo no estaba” el caso es que se lo siguen llevando crudo los mismos espabilaos de siempre con la cobertura legal de sus señorías (algo les quedará en la uña ¡eh, pájaros!).
Permítame que le recuerde a S. E. que ni a mi persona ni a otras de mi clase y condición se nos exime de pagar ninguno de los impuestos ni de las tasas o copagos que sus señorías han creado, es más, no contentas con la anterior rebaja del 5% nos han concedido la gracia de aportar a sus arcas una paga extraordinaria así, por las buenas. Luego no me vengan con que no ha sido fulano, que ha tenido que ser mengano porque les puedo decir lo de don Carlos en la escuela de mi pueblo: “Venir acá... ¡los tres!”.
No se crea S. E. que no tengo bien calaos a todas sus señorías. A mí, que aunque no soy del mismo Bilbao tengo familia en las afueras. Especialmente esos dos que están ahí, riéndose por lo bajini. Míralos qué cara de malos tienen los dos. Me refiero, como S. E. supondrá a los señores Montoro y Beteta. ¡El mate que han cogido los dos con los funcionarios, se dice bien! Y todo con el único fin de ganarse las simpatías (y los votos) del resto de trabajadores-esclavos y de parados del país que han creado con sus reformas.
Pero no es ese el motivo principal de mi queja sino el hecho de que, con sus malas artes, estos dos señores se han hecho con mi teléfono particular y ahora todas las entresiestas no dejan de darme el coñazo para que me cambie de operador con portabilidad porque tienen la “Tarifa Brasas” y un buen servicio técnico. Les sugiero, eso sí, que para otra vez no ofrezcan al delator de mi número ni paga extraordinaria ni gaitas. Le ponen delante un chuletón vuelta y vuelta y les canta hasta la Maruxiña.
Por todo lo expuesto suplico a S. E. tenga a bien librarnos de estos dos pájaros y, de paso, si puede S. E coger la puerta y marcharse también en ca’l coño, pues tanta paz lleven como descanso dejan.
Es gracia que espero alcanzar del recto proceder de S. E. a quien guarde Dios muchos años.
Con el debido respeto y animado por la confianza que me dan mis continuas pasadas por su tierra de origen me dirijo a S. E., en primer lugar para fardar un poco con estos de mi pueblo que se han quedado en un miserable (nunca mejor dicho) ministro y segundo para hacerle partícipe de un problema que me tiene con más nervios que un filete de tercera.
Supongo a S. E. informado de que tanto a mí persona como a otras muchas como yo se nos han puesto los caminos jodidos tanto si queremos ir por Entrala como por el El Perdigón y el motivo no es otro que lo que unos nos quitan, los otros no nos lo devuelven y veniversa. Tanto los unos como los otros han encontrado dónde zurrar la badana y no hay forma de quitarles el ergo. Los unos basándose en que fueron los otros y los otros alegando que “yo no he sido, yo no estaba” el caso es que se lo siguen llevando crudo los mismos espabilaos de siempre con la cobertura legal de sus señorías (algo les quedará en la uña ¡eh, pájaros!).
Permítame que le recuerde a S. E. que ni a mi persona ni a otras de mi clase y condición se nos exime de pagar ninguno de los impuestos ni de las tasas o copagos que sus señorías han creado, es más, no contentas con la anterior rebaja del 5% nos han concedido la gracia de aportar a sus arcas una paga extraordinaria así, por las buenas. Luego no me vengan con que no ha sido fulano, que ha tenido que ser mengano porque les puedo decir lo de don Carlos en la escuela de mi pueblo: “Venir acá... ¡los tres!”.
No se crea S. E. que no tengo bien calaos a todas sus señorías. A mí, que aunque no soy del mismo Bilbao tengo familia en las afueras. Especialmente esos dos que están ahí, riéndose por lo bajini. Míralos qué cara de malos tienen los dos. Me refiero, como S. E. supondrá a los señores Montoro y Beteta. ¡El mate que han cogido los dos con los funcionarios, se dice bien! Y todo con el único fin de ganarse las simpatías (y los votos) del resto de trabajadores-esclavos y de parados del país que han creado con sus reformas.
Pero no es ese el motivo principal de mi queja sino el hecho de que, con sus malas artes, estos dos señores se han hecho con mi teléfono particular y ahora todas las entresiestas no dejan de darme el coñazo para que me cambie de operador con portabilidad porque tienen la “Tarifa Brasas” y un buen servicio técnico. Les sugiero, eso sí, que para otra vez no ofrezcan al delator de mi número ni paga extraordinaria ni gaitas. Le ponen delante un chuletón vuelta y vuelta y les canta hasta la Maruxiña.
Por todo lo expuesto suplico a S. E. tenga a bien librarnos de estos dos pájaros y, de paso, si puede S. E coger la puerta y marcharse también en ca’l coño, pues tanta paz lleven como descanso dejan.
Es gracia que espero alcanzar del recto proceder de S. E. a quien guarde Dios muchos años.
Que risa, majo. Espero que la lea S. E. y tome nota.