La corrupta dictadura de Bahrein haría bien en preocuparse por las demandas de su pueblo, finalizar de inmediato las medidas represivas contra una población indefensa y entregar el poder. La violación de los derechos humanos es permanente en Bahrein, tal como atestiguan numerosas organizaciones internacionales independientes. También está acreditada la presencia de personal militar extranjero allí, principalmente procedente de Arabia Saudí y Emiratos Árabes, para apoyar al régimen totalitario reinante en el ataque contra los manifestantes pro-democráticos. Las tiranías se dan mutuo soporte ante la sonrisa cómplice de los mercados internacionales y los gobiernos a su servicio.