Volviendo al tema de los juegos, que propuso JMG, las chicas jugábamos a muchas cosas, entre ellas a peluqueras. Pero a peluqueras de verdad. Una vez estábamos Manoly y yo jugando a ello, tijeras en mano, y me tocó a mí primero ser la peluquera y a ella la clienta, que pa eso estábamos en mi casa. Con mucho arte agarré el instrumento y me puse a recortarle el flequillo. Ella, inocente, se puso en mis manos con cierta desconfianza, y con razón, pues menuda escalera le preparé. Para más inri, la hazaña quedó plasmada para la posteridad, porque al día siguiente vinieron a hacernos una foto de aquéllas que nos hacían en la escuela. Pero quedó mu superior, ella allí sentadica tan formal, con su hermano Felixin, el tintero, la pluma, el mapa detrás y claro, sus trenzas y su flequillo en escalera. Lástima que no la tenga aquí, porque os la ponía.
Sobra decir, que después yo ya no me dejé tocar ni un pelo, por más que ella insistió.
Sobra decir, que después yo ya no me dejé tocar ni un pelo, por más que ella insistió.