la casa de Juan Misol, de subir a la torre a tocar las campanas, de ir al estanco a por tabaco “pa” tu padre o a por vino al bar, de las regatinas en los bautizos, de repartir en los mondongos, de ayudar a misa apurando las vinajeras si quedaba algo, de correr entre las parejas en el baile hasta que la señora Laureana te cogía por las orejas y te ponía en la calle, de esperar con alegría la llegada de los baratillos, del hombre del cine con su cuatro-cuatro (La vida del cordobés, El ladrón de Bagdad, Las hijas del Cid......., los