Oliva, de ir a la escuela con la pizarra el brasero y la cartera de cuero, de hacer figuras de barro con la greda de las peñas, de los espetaperros bien de los grandes de palo de escoba y plumas de gallina o de los pequeños de hilo, alfiler y dos palillos escarbadientes, de las figuras que hacíamos con los mismos palillos que al prenderlas saltaban, de la pelota en la capilla, de capar el agua con las piedras volanderas y de coger ranas y renacuajos en la laguna, aunque se cogían mejor en la laguna pequeña, la que estaba detrás del cementerio, lo que sí cogimos era llágano de narices en brazos piernas, pies y manos, de jugar a las películas del Oeste, a los indios que vienen los caballos, quemando o sin quemar Bonanza, con el palo entre las piernas que hacía de caballo, de perseguir perros “enganchados”, de hacer camas en los trigos y cebadas, de comer espigas verdes, de ir a muelas, guisantes, garbanzos, melonares......, de esperar a