Allí se subió en la bici y bajo a favor de la cuseta a toda velocidad. Yo veía que no giraba al entrar en la plaza y escuché que mi madre decía: ¡que se mata! Siguió todo recto hasta que la rueda delantera de la bici hizo tope contra la cuneta de la casa de Pablito y mi hermano voló contra la fachada. ¡Como lloraba Alfredo! y como lloraba yo al ver la horquilla rota y la rueda hecha un ocho. Mi padre no quería arreglarla pero mi madre se apiadó de nosotros y la llevó por Francisco en el coche de linea y despues de mes y medio del tortazo de Alfredo pude estrenar mi primera bicicleta.
