Con ella aprendí en la era pedrosa, con una almohada atada a la barra, que me había hecho mi madre, no llegaba al asiento; fuimos muchos los que aprendimos a andar en la era pedrosa, te sujetaba uno agarrando la parte trasera del sillín corriendo detrás.
Cuando ya más o menos te manejabas, lo difícil era arrancar, para ello necesitábamos subirnos a una piedra, rebanzón o cualquier cosa elevada, desde donde se hacía más fácil dar el primer impulso.
Cuando ya más o menos te manejabas, lo difícil era arrancar, para ello necesitábamos subirnos a una piedra, rebanzón o cualquier cosa elevada, desde donde se hacía más fácil dar el primer impulso.