En un
pueblo de una pequeña comarca gallega, un campesino llega al almacén del pueblo en un crudo día de
invierno, con una tremenda
helada, y un frío que te podrías reír de Siberia.
- Manuel, le dice al dueño, quiero que me vendas una de esas bolsas de goma que se le pone
agua caliente adentro para calentar la cama y tener los pies calientes.
- Coño, Ramón, que mala suerte la tuya; justamente esta mañana le vendí la ultima a María. la de la
casa de Cosio.
- Ramón -puteando-, y que hago yo
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