Los científicos nos aseguran que una explosión así solo sucede una vez cada cien mil años, pero 20 años más tarde la Tierra recibió otro impacto. En la selva amazónica, años 30, a los aborígenes les pareció el fin del mundo cuando al amanecer unas explosiones parecían incendiar el cielo y después la selva, más de 2000 Km2. Sabemos esto por un misionero católico que llegó justo a tiempo de evitar que el hechicero suministrara un veneno a la tribu para suicidarse como sacrificio que aplacara a los dioses.