La tecnología de los satélites nos ha permitido descubrir la huella del asteroide que impactó al Noreste de la península de Yucatán, en México, exterminando a los dinosaurios hace 65 millones de años. Pero no todo se ha producido en el pasado lejano. En este siglo, en el verano de 1908, una noche los habitantes de Londres vieron el firmamento iluminado hacia el Sudeste que permitía leer de noche. El observatorio sismológico de Bruselas había detectado un terremoto con epicentro en Siberia. Pero no fue hasta 20 años más tarde cuando una expedición de científicos decidió acercarse al lugar donde se suponía que un meteorito había chocado con la Tierra, con la esperanza de observar el cráter y determinar el mineral aprovechable. Pero en Tunguska, Siberia, no había cráter, no había mineral, sólo árboles abatidos en forma radial respecto a un centro.