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MALVA: Estábamos picados y bien picados, pero no contra los...

Estábamos picados y bien picados, pero no contra los del equipo contrario, a los que ganábamos habitualmente, sino entre Ángel Mari y yo. Terminó metiendo más de cien goles y yo me quedé en alguno menos. Por entonces yo tenía tal vicio con el fútbol, que en cuanto me dejaba el autobús en la plaza, iba corriendo a casa, dejaba la cartera detrás de la cochera, mangaba la bici y me iba, a to meter, hasta Bustillo. Cuando llegaba a la plaza, estaban bajándose los bustillejos. Me iba a casa de Bernardino a ver cómo hacía los deberes y, como a él no le gustaba el fútbol, me marchaba a una era dónde me daban a Jesús Ángel, de portero, y entre cinco o seis muchachos me ganaban todos los días, como querían. El tal Jesús Ángel era un chaval mu majo al que yo fiaba, porque era un par de años menor que yo, que tenía unidos los dedos anular y corazón, hasta la primera falange, de ambas manos. Tenía una gran ventaja para jugar a aquello de “pito, pito, pito, pito, ras, pito, ras, pito, pito, pito, pito”, porque se podía saltar un pito y no te enterabas.