De azucena os habéis vuelto
tan deshojado clavel,
que os valéis de ser Dios
para teneros en pie.
Pensé llamar vuestra Madre;
mas ¡ay Dios! ¿cómo podré
dar a sus tiernas entrañas
un cuchillo tan cruel?
Aunque de su fortaleza
no tengo yo que temer,
que si estáis en la columna,
columna es ella también.
Porque vuestro eterno Padre
con su divino poder,
de tales columnas hizo
la puerta de Ezequiel.
tan deshojado clavel,
que os valéis de ser Dios
para teneros en pie.
Pensé llamar vuestra Madre;
mas ¡ay Dios! ¿cómo podré
dar a sus tiernas entrañas
un cuchillo tan cruel?
Aunque de su fortaleza
no tengo yo que temer,
que si estáis en la columna,
columna es ella también.
Porque vuestro eterno Padre
con su divino poder,
de tales columnas hizo
la puerta de Ezequiel.