MALVA: Siento yo vuestros azotes...

Siento yo vuestros azotes
porque vuestra tierna carne
como es hecha de la mía
hace también que me alcance.
Vuestra cruz llevo en los hombros
y hay que pasar adelante,
pues si a los vuestros aliento,
aunque soy vuestra, soy madre.
Mirando Cristo a María
las lágrimas venerables,
a la emperatriz del cielo
responde palabras tales:
Dulcísima madre mía,
vos y yo dolor tan grande
dos veces le padecemos,
pues lo padecemos antes.