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MALVA: CRÓNICAS DE UN PUEBLO...

CRÓNICAS DE UN PUEBLO
Ahora que ni Adela ni Pedro nos oyen, se pueden contar algunas barbaridades de Gumer, q. e. p. d. Lo malo es como se entere Pedro porque este nos cuenta otra más grande.
Entre lo colorao de las alubias y los torresnillos, a Gumer, el hombre, se le fueron esbaratando los dientes como a todos. Cuando ya le pareció que tragaba los cachos de filete demasiado grandes, pa las tragaderas que tenía, decidió ponerse dentadura nueva.
Después de varias vistas a Morejón, Gumer, se fue quedando sin piezas en la boca, hasta que, por fín, estrenó dentadura. En agricultura, un metro no es holgura, pero en la boca, cualquier precisión, es poca. Por menos de nada, te queda mal hecha la dentadura y te ves negro pa rungar turrón, aunque sea del blando.
Como no podía ser menos, a Gumer le debió quedar mal medida o mal colocada porque se le escapaban unos pollos bien criaos, al tiempo que silbaba la eses que casi no se le entendía lo que decía. Pero lo peor era lo mal que masticaba
Tanto se quejó que llegó a oídos, aunque no sé cómo, porque estaba como un tapia de Goyo (Topas, para más señas). Pensando en hacerle un favor, una tarde, tomando café, se le ocurrió a Goyo ofrecerle una dentadura que tenía en casa, pero que no usaba porque le rozaba en una encía. Seguramente Gúmer le diría que no anduviera bobiando y que lo dejara.
- ¡Si hombre, lo voy a dejar, pensaba Goyo de camino a buscar, en la mesilla, la dentadura.
Al momento, se presentó en el bar con la dentadura y Gúmer, por no hacerle un feo, se metió en el water a probársela en el espejo pero, al cabo de un rato, salió otra vez sin dentadura:
- ¡Que te quedes con ella, que me queda pequeña y no me la puedo poner!. Lo menos le faltan dos dientes pa que me quede menos mal. Así que toma y llévala pa casa.
Porque todos sabemos lo trampalla que era Gumer, que si no...

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