Como los buenos maletillas, casi al amanecer, después de la verbena, entró en los toriles donde descansaban las vacas. Cogió un caldero para que la vaca tomara bien el engaño o la miaja pienso que tuviera y cuajó una faena de auténtico relumbrón, a pesar de la oscuridad de la noche. Marivi Romero (Paco, el de Fermín) no tenía palabras para describir lo que todos estábamos viendo.