CRÓNICAS DE UN PUEBLO
Pues no tenía nada preparado, pero ya que lo mientas voy a escribir algo que acabo de recordar de un amigo nuestro que, aunque no es de Malva, nos lo pasamos muy bien con él y él con nosotros.
Se trata de un antiguo compañero de Herminio, del Instituto de Medina del Campo, que tuvo algún problemilla coronario y desde entonces reconoce que la séptima lamparilla de chorizo, la sexta de salchichón y el cuarto torresnillo, para él, es veneno.
Es de los que pone la botella de vino a los pies de su silla lo mismo en casa Jerónimo que en el mejor restaurante de Paris. Cuando está con su pareja, en lugar de a los pies, pone la botella bien a la mano. “Pues nos hemos metido las dos botellas de vino” le espeta al terminar la comida y, la santaza de ella, apenas ha probado un par de sorbos.
Con nosotros y nuestras anécdotas se parten de risa. Aunque él también tiene muy buenas anécdotas. La que más recuerdo es la del primer día de clase, en el Instituto. Según iban presentándose, uno a uno, los alumnos, nuestro amigo se había fijado en que había una muy poco agraciada, fea como un demonio, diría yo.
Cuando le llegó el turno a la hermana gemela de Picio, nuestro amigo le preguntó:
-“Y tú. ¿Cuál es tu gracia?.”
-“Pues me llamo Anabella”, dijo la alumna.
-“ ¡Válgame Dios!” reaccionó el profesor, antes de que siguiera.
Eso sí, lo dijo entredientes,... porque eso era veneno para él.
--- o0o ---
Pues no tenía nada preparado, pero ya que lo mientas voy a escribir algo que acabo de recordar de un amigo nuestro que, aunque no es de Malva, nos lo pasamos muy bien con él y él con nosotros.
Se trata de un antiguo compañero de Herminio, del Instituto de Medina del Campo, que tuvo algún problemilla coronario y desde entonces reconoce que la séptima lamparilla de chorizo, la sexta de salchichón y el cuarto torresnillo, para él, es veneno.
Es de los que pone la botella de vino a los pies de su silla lo mismo en casa Jerónimo que en el mejor restaurante de Paris. Cuando está con su pareja, en lugar de a los pies, pone la botella bien a la mano. “Pues nos hemos metido las dos botellas de vino” le espeta al terminar la comida y, la santaza de ella, apenas ha probado un par de sorbos.
Con nosotros y nuestras anécdotas se parten de risa. Aunque él también tiene muy buenas anécdotas. La que más recuerdo es la del primer día de clase, en el Instituto. Según iban presentándose, uno a uno, los alumnos, nuestro amigo se había fijado en que había una muy poco agraciada, fea como un demonio, diría yo.
Cuando le llegó el turno a la hermana gemela de Picio, nuestro amigo le preguntó:
-“Y tú. ¿Cuál es tu gracia?.”
-“Pues me llamo Anabella”, dijo la alumna.
-“ ¡Válgame Dios!” reaccionó el profesor, antes de que siguiera.
Eso sí, lo dijo entredientes,... porque eso era veneno para él.
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No me dió tiempo a leerla por la mañana, pero gracias Heli por escribir otra y a su vez otra vez echar unas risas.