Una mañana, antes de las famosas dianas floreadas de Loly, Sixto, el Cabezorra y Felisín, estaba Toño, el de Francisca, arreglando una conejera que tenía la puerta medio desvencijada. Al lado, en casa de Aurora, dormían la mañanada Pon y Fede. Al oir los martillazos de Toño, con los ojos llenicos de legañas pensaron “ ¡zachos!” y saltaron de la cama creyendo que ya andaba por la calle alguna cuadrilla dando guerrica.
Ahora, no andéis bobiando que pa disfraz bueno el del año siguiente: de futbolín. ¡Lo bordamos!
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Ahora, no andéis bobiando que pa disfraz bueno el del año siguiente: de futbolín. ¡Lo bordamos!
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