Del castañazo, el tornillo de las gafas de Fede quedó ajustado como dedo en culo. Los coches, sobre todo el de Miguel, quedaron bastante dañados aunque, afortunadamente, nadie sufrió rasguño alguno ni en el cuerpo ni en la pachorra. Porque hay que tener pachorra para ni siquiera bajarse del coche a ver los daños.