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MALVA: “La pulga y el piojo”, se empezaba igual. Alguien nombraba...

“La pulga y el piojo”, se empezaba igual. Alguien nombraba el juego y todo el que quería jugar tenía que arrimarse a un rincón de la portalada. El siguiente se ponía detrás del primero y así sucesivamente hasta que se completaba la fila. El juego consistía en echar al de delante sin utilizar las manos: sólo valían hombros, codos y piernas. Si te echaban de la fila, lógicamente, te tenías que poner el último y así volver a empezar. No había premio ninguno, salvo el calentón que llevabas con los empujones.