Tachuela 64
"Historia de Don Honorio y sus pedos" (Mjl)
Un soleado día de mayo, Don Honorio, veterinario de Malva durante décadas, cogió el coche de línea para ir a Zamora, cosa que hacía con cierta frecuencia debido a su profesión o tal vez por otros motivos, da igual. De todos era conocida su aguda inteligencia, su ironía y su inclinación a gastar bromas, la mayoría de las veces relacionadas con temas más propios de niños que de adultos y desde luego no muy habituales en figuras de autoridad.
Transcurrida la mañana y después de haber realizado las gestiones y recados pertinentes regresaba a la cochera donde esperaba el coche de linea, en Fray Toribio de Motolimia. Iba por la calle de San Torcuato cuando le entraron unas ganas incontrolables de tirarse lo que después fueron 2 sonoros y olorosos pedos. Sin embargo, antes de hacerlo miró hacia atrás y vio que pisándole los talones venía una señora de mediana edad, muy refinada y acicalada, y pensó: ¡Esta es la mía!
Soltó el primer pedo y dijo: - P´al de atrás.
Soltó inmediatamente el segundo y volvió a decir: - P´al de más atrás.
La señora, que en ese momento pasaba a su lado le dijo: - ¡Señor, es usted un guarro y un maleducado! Parece mentira que un señor tan mayor falte al respeto de esta forma.
Don Honorio, con cara de sorpresa y voz inocente preguntó:
- Dígame, Señora ¿en que le he faltado al respeto?
- Por favor, que no soy sorda y tengo buen olfato. Se ha tirado usted 2 asquerosos pedos y no contento con eso ha dicho, p´al de atrás y p´al de más atrás, y la única que estaba detrás era yo.
- Pues he de decirle, señora mía, que yo me refería al calzoncillo, el de atrás y al pantalón, el de más atrás, y que en ningún momento pretendí ofenderla.
La señora se fue echando pestes y Don Honorio sé quedó riendo por lo bajini.
Continuará.
Salud
"Historia de Don Honorio y sus pedos" (Mjl)
Un soleado día de mayo, Don Honorio, veterinario de Malva durante décadas, cogió el coche de línea para ir a Zamora, cosa que hacía con cierta frecuencia debido a su profesión o tal vez por otros motivos, da igual. De todos era conocida su aguda inteligencia, su ironía y su inclinación a gastar bromas, la mayoría de las veces relacionadas con temas más propios de niños que de adultos y desde luego no muy habituales en figuras de autoridad.
Transcurrida la mañana y después de haber realizado las gestiones y recados pertinentes regresaba a la cochera donde esperaba el coche de linea, en Fray Toribio de Motolimia. Iba por la calle de San Torcuato cuando le entraron unas ganas incontrolables de tirarse lo que después fueron 2 sonoros y olorosos pedos. Sin embargo, antes de hacerlo miró hacia atrás y vio que pisándole los talones venía una señora de mediana edad, muy refinada y acicalada, y pensó: ¡Esta es la mía!
Soltó el primer pedo y dijo: - P´al de atrás.
Soltó inmediatamente el segundo y volvió a decir: - P´al de más atrás.
La señora, que en ese momento pasaba a su lado le dijo: - ¡Señor, es usted un guarro y un maleducado! Parece mentira que un señor tan mayor falte al respeto de esta forma.
Don Honorio, con cara de sorpresa y voz inocente preguntó:
- Dígame, Señora ¿en que le he faltado al respeto?
- Por favor, que no soy sorda y tengo buen olfato. Se ha tirado usted 2 asquerosos pedos y no contento con eso ha dicho, p´al de atrás y p´al de más atrás, y la única que estaba detrás era yo.
- Pues he de decirle, señora mía, que yo me refería al calzoncillo, el de atrás y al pantalón, el de más atrás, y que en ningún momento pretendí ofenderla.
La señora se fue echando pestes y Don Honorio sé quedó riendo por lo bajini.
Continuará.
Salud