Tachuela 62
- "Es que es eso, bobo." (Heli)
Creo que ya os conté lo de Eloy y Marcial (creo que se llamaban así), dos hombres de Gallegos del Pan que tenían la sana costumbre de ir a comer una miaja muerdo, a media mañana, a la bodega de uno de ellos. Aunque no hubiera pa morder, la visita era diaria, porque no era fácil que se pasaran sin el trago de vino.
Los dos eran sordos, así que la conversación no era muy fluida, que digamos, pero concienzuda, desde luego que sí era.
Según se levantaba uno de ellos, a llenar la jarrica de vino al carral, decía:
- "Es que es eso, bobo."
A lo que respondía el otro, cuando le tocaba el turno de ir a llenar la suya, con voz aguardentosa:
- " ¡Nada!".
El pedo despertador (Heli y yo a la limón)
Respecto a la anécdota del pedo-despertador en un hotel de Potes, que acabo de recordar, le ha dado cien vueltas y no consigo reflejar bien, en escrito ninguno, ni el ruido que salió de su culo, ni el levantamiento de pierna que hizo Miguel, mostrándole a la recepcionista la forma de despertarnos con un pedo como el que se tiró en pleno hall. Ni los esfuerzos por contener la risa, por el corte que nos daba a algunos, hasta que no pudimos más, al oir el tono de la reprensión de Charo: “ ¡Miiiiguel!”.
Repito que es muy difícil reflejar todo lo que se vive y, la mayoría de las veces, lo que consigues es destripar el chascarrillo. Lo bueno que tiene es que sabes que alguno lo copiará para que no se nos olvide, y así nos podremos reír cuando, con los sesos entoñadicos de Alzheimer, alguien saque el libro del foro.
- ¿Y a que hora hay que despertar a los señores?
Preguntó el recepcionista.
A lo que Miguel respondió, como bien cuenta Heli.
Ya podían decirle despues, que si a las ocho de la mañana, dieron las 12 y seguían en la cama.
Continuará.
Salud.
- "Es que es eso, bobo." (Heli)
Creo que ya os conté lo de Eloy y Marcial (creo que se llamaban así), dos hombres de Gallegos del Pan que tenían la sana costumbre de ir a comer una miaja muerdo, a media mañana, a la bodega de uno de ellos. Aunque no hubiera pa morder, la visita era diaria, porque no era fácil que se pasaran sin el trago de vino.
Los dos eran sordos, así que la conversación no era muy fluida, que digamos, pero concienzuda, desde luego que sí era.
Según se levantaba uno de ellos, a llenar la jarrica de vino al carral, decía:
- "Es que es eso, bobo."
A lo que respondía el otro, cuando le tocaba el turno de ir a llenar la suya, con voz aguardentosa:
- " ¡Nada!".
El pedo despertador (Heli y yo a la limón)
Respecto a la anécdota del pedo-despertador en un hotel de Potes, que acabo de recordar, le ha dado cien vueltas y no consigo reflejar bien, en escrito ninguno, ni el ruido que salió de su culo, ni el levantamiento de pierna que hizo Miguel, mostrándole a la recepcionista la forma de despertarnos con un pedo como el que se tiró en pleno hall. Ni los esfuerzos por contener la risa, por el corte que nos daba a algunos, hasta que no pudimos más, al oir el tono de la reprensión de Charo: “ ¡Miiiiguel!”.
Repito que es muy difícil reflejar todo lo que se vive y, la mayoría de las veces, lo que consigues es destripar el chascarrillo. Lo bueno que tiene es que sabes que alguno lo copiará para que no se nos olvide, y así nos podremos reír cuando, con los sesos entoñadicos de Alzheimer, alguien saque el libro del foro.
- ¿Y a que hora hay que despertar a los señores?
Preguntó el recepcionista.
A lo que Miguel respondió, como bien cuenta Heli.
Ya podían decirle despues, que si a las ocho de la mañana, dieron las 12 y seguían en la cama.
Continuará.
Salud.