A Manolito se le estaba haciendo la boca agua, pero si sacaba tabaco los otros le iban a pedir y, la verdad, para uno, era algo, pero para cuatro, no tocaban a nada. En un arranque de ingenio, sacó el paquete del bolso y, del paquete un cigarro, que se puso en la boca y chiscó como una tea. El resto del paquete, lo enrebujó con cuidado y lo tiró al suelo.