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MALVA: Tachuela 49...

Tachuela 49

El piso del túnel tenía en la zona de la rueda de piedra, una cierta inclinación, la suficiente para que en el momento de haber quemado con el soplete la superficie de los troncos, comenzara esta a deslizarse rodando sola, por su propio peso, al verse liberada del calzo que la sujetaba hasta una distancia de unos sesenta centímetros quedando encajada en una pequeña hondonada, que había en el suelo. Como tenía la misma medida que la del lado del túnel por donde estaban quemando los troncos, ésta quedó encajada, quedando igualmente el paso bloqueado a la vez que desbloqueaba el paso desde el palomar. Los dos hombres, una vez que consiguieron que la piedra retrocediera hacia ellos, volvieron tras sus pasos hasta la salida del molino, para acceder de nuevo al túnel desde el palomar, la noche parecía tranquila, la luna les sonreía, al menos eso pensarían ellos, se acercan al palomar cuadrado, al entrar en éste, el forastero, con el tabardo en la mano, gallego de Combarro, que iba delante, ve los reflejos de la linterna dentro del túnel, sacando rápidamente su pistola, encañonándola a la abertura, a la vez que asomaba una cabeza.

Con una voz seca. –Vamos, para atrás, retroceder y sin hacer bobadas. Encañonados por el forastero, con el tabardo en la mano, gallego de Combarro, los hace caminar, tras sus pasos de nuevo hasta el habitáculo donde están sus compañeros de fatigas. Asustados se miraban unos a otros y a la vez al hombre que tenía la pistola en la mano. También entraba en escena (como entró Augurio con gabardina) el chaval andaluz de sariana azul y bicicleta.

Los cachearon y les quitaron todos sus móviles.
El de la sariana fue a por las herramientas pertinentes, para abrir los cajones, de vuelta, fue el gallego, él qué dándole la pistola al andaluz, comenzó a forzar las tapaderas, estaban bien clavadas, trozos de tabla saltaban de todos los tamaños, el primer cajón destapado, uno de los pequeños, estaba repleto de monedas de oro, lo mismo que los otros dos, que ya no hizo falta destaparlos del todo. Comenzó a forzar, él más grande.
Al retirar las primeras tablas, vieron que había un montón de legajos antiguos (el chico que siendo también de Malva, vive en algún pueblo de Cáceres, tiene una mano vendada, se hizo daño al arrastrar, pensó, Huy reinica soberana, como tenga yo, que transcribirlos todos, ya tengo tarea para varios años, voy a tener que dejar, por un tiempo, el tema de las varillas, mangos, redondelitos de paraguas, alcachofas de ducha, espeteras etc.), al sacar los legajos, apareció una imagen de la Virgen y el niño, también de oro. –Es la Virgen del Tobar, pero la autentica, pensaron todos los que allí estaban y eran de Malva.

- Vaya con el estudiante de palomas, esto es lo que buscabais.
- Ni una palabra, al suelo.......

Continuará.

Salud.