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MALVA: QUE MOMENTO!!! Entrar en la sala. Buscar con la...

QUE MOMENTO!!!

Entrar en la sala. Buscar con la mirada un sitio entre el rojo de las butacas. Sentarse y esperar, más o menos pacientemente, a que se pueda ver algo en la pantalla. Se aprovecha el tiempo para dar salida a los comentarios de última hora, "tal actriz, tal director, tal guión...". Es momento también de encoger las piernas y retorcerse de vez en cuando en el asiento para dejar pasar a la gente que eligió los sitios que tenías al lado. Una ligera incomodidad que se olvida en el momento en que las luces se apagan y con ellas la mayoría de los susurros.

Ponerse comodo. Arrellenarse hasta encontrar la postura perfecta, esa que ha costado tantas sesiones en esas mismsas butacas encontrar. Y ya preparados, levantar la mirada esperando a que la pantalla entera se ilumine y la música comience a sonar. Lo siguiente... Unas dos horas de cine, mejor o peor, pero siempre eso, cine.

Acabada la proyección, hay quien opta por salir corriendo. Yo prefiero esperar a que las salidas se desmasifiquen y aprovechar esos momentos para recuperarme. Porque, hay que decirlo, durante unos instantes el cerebro aún está volando por los fotogramas de la película y la retina está sobrecogida por la repentina iluminación de la sala.

Entonces, ya solo quedan las cervezas o coca-colas de rigor, alrededor de los cuales se critica sin piedad o ciegamente se admira. Se discute, se comenta "aquella secuencia que" . Y luego el tema pasa a un segundo plano , el hechizo desaparece, y la conversación se va por otros derroteros que nada tienen que ver. Porque si la magia fuera eterna no podría disfrutarse tan a menudo...

El cine en casa es genial, tiene muchas cosas buenas. La calidad de las películas remasterizadas, un sofá en tu propio salón, ningún susurro molesto... Pero, y la magia del cine ¿dónde queda?. Las películas están hechas para disfrutar en una gran pantalla. E incluso el ambiente forma parte en cierta manera de la película. La cola para comprar las entradas, los euros que religiosamente se abonan, la gente con la que se va o se encuentra, los comentarios del desconocido de atrás que te recordaron algún detalle que había pasado casi desapercibido, la cerveza que sigue... Todo es parte de la experiencia.

FernandO Bragado Lorenzo.