Una de las piedras tenía un agujero de tando caer la gota de un canalón. Recuerdo que, de pequeña, cuando llovía, yo me subía en la puerta de abajo, a modo de caballito, y me pasaba las horas muertas viendo como caía la gota para ver si hacía el agujero más grande, qué ilusa se erosionaba con mucho tiempo con este morrillo este es cacho de taza del otro ESta. Y se cayó, vaya
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