Iba cayendo la
noche, al tiempo que nos acercábamos a
Salamanca, cuando se le ocurrió otra brillante idea:
-Os voy a llevar a que conozcáis el
pueblo dónde yo estuve trabajando varios meses con una máquina. Ya verás qué vinos más ricos nos tomamos en Villamayor.
-Pero Carlos, que tenemos poco dinero y cómo lo gastemos luego, no llegamos a Béjar.
-Vosotros no os preocupéis que allí nos invitan. Decid que sois primos míos, por parte de la mujer, porque a mí se me nota el acento portugués, y ya está.