Así que, aunque sea sin ganas, escribiré una anécdota más por no dejar esto tan solo. Fue la que nos ocurrió en Guarrate. Hasta allí, a pesar del nombre, habíamos de
fiesta. No sé si de
Cristo, de
Virgen, de quintos o de qué, pero alguna celebración había, porque, entre
bar y bar, entre peña y peña, se oía el turuntuntun de la
música. Si cobraban o no el
baile, no viene al caso, como tampoco importan ni los
bailes fiaos, ni los que dejamos a deber. Nos volvimos para
casa como to los días, con el
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