De manera que, tras pasar la primera
noche en
Salamanca, relamiéndonos por todo lo que podíamos “estudiar” allí, nos encaminamos a
León. Guiados por Pedro Luis, conocimos el famoso
barrio del Húmedo, dónde dimos buena cuenta de toda la cerveza que pudimos, a palo seco, sin pincho ni nada. Era mejor gastar el dinero en cerveza o en vino, que ya llenaríamos la tripa con las prometidas excelencias de los frigoríficos de los
amigos de Pedro Luis.