De siempre se ha considerado el golf, un
juego de ricos o al menos de nuevos ricos o de pijos. Y eso mismo nos llamaron, a grito pelao, desde un camión de alpacas de paja que pasaba por la
carretera, un par de individuos que nos vieron, a Miguel y a mí, intentando meter, muy afanosos, una bola en un hoyo.